LAS CORRALEJAS EN COROZAL
Esta importante fiesta popular, que según criterio histórico, naciera en las haciendas por el manejo que se le daba al ganado al momento de descornarlo, herrarlo o curarlo, se realiza en Corozal en el mes de diciembre, desde el año 1933.
En sus inicios, se celebraban tres (3) días de
toros, como lo expresaba la gente de esa época, y la corraleja se construía en
lo que hoy es la plaza de Bolívar o centro de la ciudad. El escenario de las
fiestas se realizaba en tres rectángulos construidos con horcones o madrinas, a
los cuales se les colocaban horizontalmente cañas o guaduas que eran amarradas
con bejuco malebú. El mayor de los rectángulos, que al incursionar la radio fue
llamado cuadrilátero era donde se jugaban los 40 toros por día, los otros dos,
llamados chiqueros se destinaban, uno para los toros que iban a ser jugados,
hoy lidiados, y el otro para los toros jugados. Cada chiquero contaba con un
portón hecho en caña y forrado con zinc el cual se abría totalmente para sacar
o guardar el toro, lo que frecuentemente provocaba la salida de más de un
astado, un ingrediente más para animar la fiesta. La corraleja, comparándola
con los redondeles construidos en la actualidad, era de dimensiones pequeñas y
alrededor y encima de ella se agolpaban los amantes de estas efemérides para
disfrutar del espectáculo, ya que no existían palcos. Los toros jugados eran
totalmente criollos y provenían de las fincas aledañas pertenecientes a
ganaderos corozaleros, siendo los más destacados: Zeze Badel, Nelson y Rodrigo
Martelo. El traslado de los toros se hacía por las calles, dirigidos por
caballos y con cantos de vaquería, lo cual era un espectáculo que daba inicio
al día de fiesta. La celebración de las corralejas en el centro de Corozal se
extendió hasta el año 1957, ya para ese año, el cuadrilátero contaba con la
construcción de un palco en un lado del mismo, donde se acomodaba el dueño de
los toros y su allegados, la junta organizadora y en sector aparte, un pequeño
grupo de personas quienes pagaban por ese servicio. Desde el año 1958 la
corraleja se trasladó a la plazoleta la Macarena, donde hoy funciona la plaza
de mercado, allí se fue ampliando la construcción de los palcos, hasta cubrir
los cuatro lados de la plaza de toros y alcanzar con el tiempo un total de
cuatro (4) pisos. A partir del año 1974 la fiesta en corraleja de Corozal dejo
de realizarse y luego, con el apoyo del alcalde Julio Medina Ramos a partir del
año 2000 se restablecieron en la plaza el mangón, al lado de la vía que
comunica con la cabecera municipal de San Juan de Betulia. Hasta el año 2008 su
realización ha sido ininterrumpida, aunque su lugar de realización se
distribuye entre la plaza el mangón, una improvisada plazoleta cerca al
Batallón de Infantería de Marina y otra en predios aledaños al antiguo reten,
al margen de la troncal de occidente a la salida a Cartagena. Con la
infraestructura moderna en lo concerniente a la estructura de la corraleja y
palcos y la calidad de astados que allí se lidian, las corralejas de Corozal –
Sucre, son un evento que debes tener en cuenta para ingresarlo como una
estación más en tu agenda turística.
CARRERAS DE CABALLO EN
HONOR A SANTA ANA
A finales del mes de Julio, entremezclada con la
religiosidad católica, los amantes de la caballería organizan dos días de
“carreras de caballo” en honor a la virgen Santa Ana, tiempo en el cual
realizan sus apuestas en medio de música y acrobacias, generalmente a pelo (sin
sillas) o sobre taburetes, hamacas, etc., que se desarrolla sobre terreno
destapado, dentro de una zona y distancia determinada. “Carreras de Caballo”.
Frase de uso coloquial a finales del mes de julio, la cual expresa otra
conmemoración del patrimonio popular de esta festiva ciudad, en donde por
espacio de dos días, a lo largo de un terreno previa y cuidadosamente preparado
se corren caballos por parejas, en donde se apuesta la casa, la finca, la
suegra y tantas cosas que surjan en la mente cada vez más distorsionada por el
alcohol, de intrépidos jinetes, los cuales se valen de diferentes objetos para
deleitar con osadas acrobacias, premiadas con aplausos y trago del público
apostado en improvisadas casetas a lo largo del recorrido, quienes al igual que
los jinetes, disfrutan de licor y la música de banda y de equipos de sonidos o
pick up.
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